lunes, 30 de marzo de 2009

Fuera de contexto


Con sumo cuidado siempre, no sea que se me escurriera alguna opinión que no fuera a ser de tu agrado, de las que te exaltan, te enervan, te encienden, te descomponen, de alteran, te sacan de quicio, te envalentonan y te violentan, hora sí, hora también, a lo que no sé enfrentarme, que no quiero, vaya, porque me siento estúpida, porque para mí no es trascendental lo que un cualquiera opina del SIDA, porque para mí lo que trasciende son los modos y maneras, el absolutismo y la tiranía de los argumentos regurgitados ya por los catedráticos del mal de la calle, por tantas canciones y tan malas, por muchos, demasiados, antes que tú.

Que aquí opina hasta el Papa si quiere, y si no quiere también, que lo católico es estar informado y opinado, requeteopinado mejor si se puede, y prevalecer y revalidar lo que uno lleva pensando como buen feligrés, con la pasión y la fe requeridas, durante siglos, ¿qué no habrá escuchado el púlpito papal en la plaza esta tan famosa?. Y al pobrecito laico que levanta la mano y el corazón del sursuncorda entonando el meaculpa del desconocimiento, a ése, hierro y potro, por hereje, por judío, por nazi, por rojo, por heterodoxo, qué más da, por nos aber jugar al juego de opinar con fervor, por no sentar cátedra al hablar, por opinar con humildad y misericordia, que luego la Santa Inquisición de la pedantería sin biblioteca viene con las rebajas y los fuegos revueltos donde quemar a los traidores que, pobrecitos míos, alguna vez opinaron sin contar con tu aprobación episcopal.



Lua

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