domingo, 2 de noviembre de 2008

Alta mar


Con la cabeza sumergida en agua, el ajetreo de tareas postergadas es sólo una música de fondo. ¿Quién no ha querido nunca nadar en su propia taza de té? Imaginar el calor por el calor mientras fuera hace frío invernal y las conciencias, diluyéndose con el azúcar, bailan al son de la cuchara, le bailan el agua a la cretina sin acento que en el salón se toca un tango medio francés.

Hoy he probado el mar, la mar. La inmensidad de las horas en el silencio atronador - los dedos tapando los oídos - y un domingo que no escocía al derramarse por mi piel. El tiempo en alta mar no sabe a Camberbert revenido, sabe a regaliz del bueno y hasta el alma es relativa en tu cama.

Mañana, lunes, la bolsa de Pu-Erh volverá a girar encima del agua hirviendo, y yo con ella, para marearnos juntas, para perder de vista la realidad, para encerrar la mar profunda dentro de mi taza de té.



Lua