domingo, 5 de julio de 2009

Pro senectutem


Hoy le toca a él. Lo traigo al hocino porque ya no necesitan sus servicios, ellos, no yo. Mi primer coche, reducido a chatarra, desplazado por un flamante C5 a estrenar, con sus plásticos en los retrovisores. Pues qué asco. Ni siquiera me han dejado despedirme con un último paseo, un día de repente ya había sido el último día. Sin opción a más. Balbuceando, circunspecta, abatida, afligida, coja y manca de pies y manos. Desolada.

Que sí, que sí, que no digo que no, que ya sé que es calidad de vida, que era un peligro de coche. Pero el coche era mío y el peligro lo tenía yo, no él. El lujo para quien lo quiera, yo lo que quiero es mi Clio en la puerta. Ahora en su lugar hay un extraño, un Megane en herencia que viene a ser mi "cliastro" y que no tiene ni la mitad de carisma, aunque sí el doble de extras.

No molestaba nunca a nadie, el típico coche humilde que te da siempre y sin rechistar la oportunidad de adelantarlo con pompa y boato, jamás te lo habrás encontrado en el carril izquierdo de una nacional cerrando el paso de algún Mercedes Benz, pero sí aparcado en un rincón entre sus dos líneas blancas, que siempre le quedaban grandes. Como un niño con la americana de papá.

Al hocino, al desguace, a la mierda y sólo por algo de lo que no podemos curarnos, ni nosotros, ni Cher, que el paso del tiempo nos jode a todos por igual.


Lua, triste.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues yo estoy más que contento con mi Mercedes ;)

Fdo: el novio que intenta poner la percha en la boca de tu amiga :p

PD: perdona por entrar a cotillear