miércoles, 16 de julio de 2008

¿Qué es un hocino?


- Se ha roto la bicicleta
- Pues tírala al hocino.

Con estas conversaciones crecí yo, en un pueblo recóndito de la Alcarria con su ermita, su panadería (Laurita, hija, ve en ca' la Encarna a por una de pan), su plaza del pueblo para los pasodobles, sus huertos pequeños, su parque con columpios oxidados, su polivalente, sus impresionantes huertos grandes, su cura poco religioso y, claro, con su hocino.

El hocino estaba al final del pueblo, detrás de la casa dEl millonario. Siempre que en mi familia se ha roto algo, se ha tirado allí; cada vez que queríamos arreglar tal o cual cosa, se buscaba en el hocino, en especial los motores de lavadora.

No será en exceso farragosa la metáfora esencial de este blog respecto a su contenido: yo escribiré mis grandes párrafos con mala letra y mi grandes porquerías con el lacito de Courier; si alguien usa de ellos yo no seré consciente, pero habré sacado de mí ese electrodoméstico que me estorbaba en la cocina en forma de pensamiento.

No me veo capaz de hacer un párrafo programático sobre el contenido, ni sobre la extensión de la dosis, porque a decir verdad es más que probable que mañana ya haya perdido parte del interés.Advertir de la inclusión de textos ajenos, a veces infundados y otros con todo el fundamento del mundo. El de hoy no tiene más raíces que una vieja lección aprendida de sopetón. ARENA EN LAS MANOS EN UN DÍA DE VIENTO. Con ustedes, que son yo misma, Claudio Rodríguez, por una época de tempestades que hoy me ha vuelto a las mientes:

AJENO

Largo se le hace el día a quien no ama
y él lo sabe. Y él oye ese tañido
corto y curo del cuerpo, su cascada
canción, siempre sonando a lejanía.
Cierra su puerta y queda bien cerrada;
sale y, por un momento, sus rodillas
se le van hacia el suelo. Pero el alba,
con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue. Está muy clara
su calle, y la pasea con pie oscuro,
y cojea en seguida porque anda
sólo con su fatiga. Y dice aire:
palabras muertas con su boca viva.
Prisionero por no querer, abraza
su propia soledad. Y está seguro,
más seguro que nadie porque nada
poseerá; y él bien sabe que nunca
vivirá aquí, en la tierra. A quien no ama,
¿cómo podemos conocer o cómo
perdonar? Día largo y aún más larga
la noche. Mentirá al sacar la llave.
Entrará. Y nunca habitará su casa.


Lua

2 comentarios:

Saltito dijo...

Me siento bien por inaugurar los comentarios.... lo prometido es deuda, pero placentera en este caso....

Yo no crecí con ningún hocino cercano. Ni siquiera me suena tan añeja mi infancia como tú describes la tuya, sino más bien al contrario, modernilla. Pero es hasta que veo lo que me pisa los talones, ya un poco de lejos; la nueva infancia sí que me ve antiguo. Las canicas, peonzas, cromos y demás juegos en la calle ya no son practicables, y lo que es peor, ni siquiera apetecible para ellos. Estoy orgulloso de mi infancia, de pedir permiso para poder ir a llamar a las casas de mis amigos, de tener que juntarnos cada tarde en la calle, de los descampados urbanos donde la ley era la de los juegos... a todos los de la nueva generación les diría que, por su bien, no tiraran todo eso a tu hocino....


Bienvenida, solete.

Diego Román Martínez dijo...

Fíjate, al final me dan ganas de visitar tu pueblo con estas historietas. Un abrazo y feliz Horacio, digo, verano.