lunes, 7 de febrero de 2011

Los delfines se rompen


Un niño es una alegría. O eso dicen las malas lenguas.

Yo lo fui. Tanto, tantísimo, que mi padre decidió regalar a mi madre un precioso conjunto decorativo para rememorar aquel momento tan importante. Se presentó en la joyería 'de la Mari', señaló, se envolvió y se lo llevó. Entramos a un mismo tiempo en casa: tres figuras y yo. Ésta es la historia de los delfines de cristal, ligada, por vicisitudes de la vida, a la mía propia.

Nunca fui una niña nerviosa, pero nunca dejé de ser una niña hasta que el tiempo me lo curó. Mi hermana se encargaba de romper todo lo que yo nunca me atreví a tocar. Por su culpa y nada más que por su culpa, el salón de nuestro piso estaba vetado por completo a nuestras combas, muñecos, coches y vinilos de Miliki, excepto los domingos cuando mi madre lo limpiaba y nosotras entrábamos a bailar como la charanga de mi pueblo.

“Verás cuando los rompas”. Era el cántico, el rezo, la oración que mi madre pronunciaba en casa todos los fines de semana y que no dejaba lugar a dudas: yo, y sólo yo, como una certeza ineludible, sería quien rompería los delfines el día menos pensado.

Siempre creí que en el salón reinaban ellos con su infinita fragilidad. Dijeron mil veces que los delfines me simbolizaban a mí. Desde los cinco años he intentado averiguar qué clase de metáfora retorcida hay circulando por el mundo como para que unos delfines de cristal me simbolicen, a mí, que puedo convertirme en casi cualquier cosa.

En los cumpleaños suelo ser yo, quiero pensar que por inercia, quien se siente delante de los delfines, acaso para protegerlos (y protegerme a mí también, ¿no?). En el último, mi tío Andrés dio un codazo a uno de ellos. El sobresalto fue tal que grité más que mi madre. Desde aquel día sé que es inevitable que acaben hechos cachitos en el suelo del salón.

Siempre he bromeado con la idea de que cuando tenga una gran crisis de identidad, cuando me encuentre perdida del todo y no sepa qué hacer con mi vida, cogeré la maza que tiene mi padre en el banco de trabajo y los destrozaré con la furia y la rabia contenida de todos estos años.

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