lunes, 14 de diciembre de 2009

Spam y mal gusto

Vengo al hocino con el maletero lleno de SPAM para tirarlo a la basura, que es su sitio obligado. Podrían alegar que cualquier otro día habría sido igual de válido para deshacerme de esta porquería. Y no les falta razón.

Hoy me han enseñado unas tetas que no quería ver, un culo que no me interesaba y una apestosa foto de un sobaco ajeno que no podía soportar su propio mal olor. Todo esto gratis, sin pedir consentimiento, ni a mí ni a nadie más, sólo porque algún cretino concibe el SPAM como una forma de dar a conocer un arte que ni existe ni es patente, que por arte, oiga, hoy ya venden cualquier cosa.

Diré que para mí el arte, para mí y para otros de cuyos nombres no quiero acordarme, no necesita de provocaciones baratas, de exclamaciones al final, de sorpresa máxima, de supuestas adiciones simples a la supuesta simple realidad.

Spam! Spam! Spam a lot!

Lua

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