lunes, 7 de diciembre de 2009

Kairós


Llegar a la butaca del cine después de los tráilers, subir al tren en el pitido último con el que se cierran las puertas, coger en el aire un vaso que se cae, un pañuelo que se vuela o un globo que se va.

Eso es el kairós, el tiempo justo en el que sucede un acontecimiento breve e indeterminable, para bien para mal. Intocable y escurridizo. En el lugar preciso, en el momento preciso. El don de la oportunidad que dice mi abuela. “Hablando del rey de Roma”.

La vida está llena del kairós repentino que nos rompe los esquemas: el adúltero cobarde que es pillado por sorpresa; el cincuentón afortunado de la lotería de Navidad de este año en el momento justo en el que compró, con mayor o menor fe, el décimo; el niño torpe que rompe una porcelana cuando está de visita; el estudiante mediocre que lee ansioso las preguntas del examen y, aliviado, se da cuenta de que puede responderlas todas.

Chasquear lo dedos, guiñar un ojo, meter un gol, sacar la lengua.

Lua

(Gracias a Axier Espinosa por la fotografía y la inspiración)

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